1. Homenaje del Paladín de Cristo.
Señor, Dios mío, me acerco a tu Sacramento
para ofrecerte la adoración de mi alma,
las aspiraciones de mi corazón.
Te aclamo Hijo del Padre, Dios como El,
sabio, bueno, poderoso y Salvador.
Tú, mi Rey divino, me conoces, me amas;
eres mi amigo que se me confía,
mi guía que me dirige,
mi padre que me sonríe,
mi protector que me guarda,
mi maestro que me enseña.
Tú eres mi Dios-Verdad que irradias luz
sobre mi inteligencia;
mi Dios-Amor
que haces amar a mi corazón.
Te adoro con María, tu Madre Inmaculada,
Reina y Señora mía,
con todos los santos y ángeles
y te pido
que remedies todas nuestras necesidades,
aumentes el número de adoradores
y des la paz verdadera al mundo.
2. Ofrendas Espirituales
Corazón todopoderoso,
Padre y Rey de mi corazón,
océano de luz,
sol de inextinguible hermosura,
trono de la gloria de Dios
¿Cómo ofrecerte el homenaje de adoración
que te debo
y purificar mi afecto
para que sea digno de ti?
Redimida por tu misericordia infinita,
adoptada por hija de tu Soberanía
no soy capaz de expresar mi agradecimiento.
Concédeme la gracia de atestiguar mi amor
con la elocuencia de las obras.
Toca con tu luz mi alma
y comunícame una centella del fuego divino
que viniste a encender en la tierra
a fin de que, haciéndolo prender
en muchos espíritus
y atrayéndolos en torno a tu Sacramento,
cantemos el himno de tu eterno amor.
3. Te adoro, Jesús
Te adoro, Jesús,
en todos los sagrarios,
con todos los que te adoran,
y me uno a tu Sacrificio,
en todos los altares del mundo.
Concédeme la gracia
de corresponder a tu amor infinito.
4. Al amor de Cristo
Oh Jesús, por el inmenso amor
que nos manifestaste,
desde la Encarnación hasta tu Ascensión
y el que nos muestras a todas horas,
habitando con nosotros
en el Sacramento del Altar,
concédenos la gracia de formarte aquí
una Corte de corazones agradecidos,
que atraigan adoradores y,
unidos todos al tuyo,
formemos el trono de tu Soberanía.
5. Adoración al Misterio Eucarístico
Sacerdote eterno,
Jesús, mi Rey y Redentor,
te adoro en todos los sagrarios del mundo,
en el Sacrificio del Calvario
y en el Sacrificio del altar.
Uno mi adoración
a la de la Inmaculada Virgen María
y a la de todos los santos.
Te adoro unido a todos los corazones
que te rinden homenaje.
Concédenos la gracia de vivir
unidos a tu Misterio Eucarístico,
para que, penetrados de tu amor infinito,
Tú seas nuestro amparo
y Vida de nuestra temporal y eterna vida.
6. Adoración al Rey en su Sacramento
Jesucristo, Dios verdadero de Dios verdadero,
para no dejar ni un momento
a la humanidad abandonada a sí misma,
quisiste, antes de morir,
instituir el Sacramento de la Eucaristía;
en El estás, no sólo como luz
y alimento de las almas,
sino también como Sol de vida
y felicidad de tos pueblos.
Yo te adoro por las maravillas de tu amor.
A ti acudo, mi Divino Bien,
para que cures mis profundas llagas.
Imploro tu piedad, para que me perdones,
Padre todo misericordioso.
He sido ingrato y no merezco tu clemencia,
pero Tú, sin merecerla, me la ofreces,
poniéndola ante los ojos.
Tú me llamas, diciéndome:
Venid a mí todos los que trabajáis
y estáis cargados y yo os daré refrigerio.
Desde tu Sacramento me das tu gracia,
el perdón de mis culpas,
los bienes que necesito.
Concédeme rechazar
todo lo que en mí es malo, servirte siempre,
nunca ofenderte, llorar lo pasado,
aspirar a lo eterno.
7. Al Corazón Omnipotente
Corazón de nuestro Rey,
únenos a Ti,
para que libres de la tibieza
y de la indiferencia,
te adoremos cada día
con más amor
y atraigamos a tu Corte muchas almas.
8. Homenaje de la Corte
Creador de los ángeles;
Creador y Redentor de los hombres,
Autor de todas las maravillas del universo.
Rey santísimo,
danos viva fe,
firme esperanza,
ardentísima caridad,
para que, adorándote
con todo el amor de nuestra alma
y mostrando con obras
nuestra fidelidad a tu ley en todas partes,
merezcamos un día ser admitidos
en la corte de los que eternamente
te adoran y cantan.
9. Adoración a Jesús Rey
Divino Rey Jesús,
que movido por tu amor infinito
te quedaste con nosotros
en el Sacramento de la Eucaristía,
concédeme ser agradecido a tu bondad.
Te adoro
y quisiera tener el amor de los serafines,
para encender los corazones
de todas las criaturas
y atraerlos a tu adoración;
quisiera estar en continua adoración
y vivir penetrado de tu luz,
mi Dios,
mi Salvador,
mi Padre,
mi inefable Bien.
Sol de las almas,
ilumina la mía,
para que no sea oscurecida
por las terrenas nieblas
ni tocada por el hielo de la indiferencia.
Vencedor del mundo,
muestra tu poder,
tu amor
y el Bien universal de tu victoria.
10. Al Rey de los corazones
Rey de los ángeles y de los santos;
Rey de los corazones puros e inocentes;
Rey de los reyes, de los sabios,
de los fuertes;
de los vencedores del mundo,
del infierno y de sí mismos.
Rey de bondad infinita que,
a pesar de prever la ingratitud humana,
no quisiste tenerla en cuenta,
instituyendo el Sacramento de la Eucaristía
en el que te das total e incesantemente a todos,
para obligarnos a UNIRNOS a tu corazón.
Disipa, Señor, las tinieblas
que dividen a tus discípulos;
enciende en todos los corazones
el fuego de tu amor,
para que podamos reunir muchas almas
que te adoren y extiendan tu Soberanía
por todo el mundo.
11. Acto de adoración
Yo te adoro en el Sacramento del Altar.
Únenos a tu Sacrificio
a todos los que adoramos tu Soberanía
y haznos sentir
y hacer sentir tu amor,
vencedor de la muerte,
como triunfo de tu Redención.
12. Te adoramos por las maravillas de tu amor
Te adoramos, Hijo Unigénito del Eterno Padre,
de quien recibiste la misión
de salvar al mundo
y de quien oyeron tus discípulos
la declaración solemne de tu divino magisterio
en las orillas del Jordán
y en la cumbre del Tabor.
Te adoramos en tu retiro del desierto
donde ayunas por espacio de cuarenta días,
preparándote,
para dar principio
a la predicación del advenimiento de tu Reino.
Te adoramos en todos los pasos que diste
para anunciar en los campos, en las aldeas,
en las villas y ciudades la obra excelsa
de tu misericordia y de la misericordia
de tu Padre y del Espíritu Santo.
Te adoramos por habernos enseñado a orar,
por habernos dado la gracia de creer,
de esperar y de amar,
cuando el mundo
se hallaba sumergido en la idolatría
y bajo la tiranía de todos los odios
y crímenes armados contra la vida espiritual
y corporal de la humanidad.
Te adoramos
por todas las instrucciones de salud que,
ya en forma de parábolas,
ya en forma de preceptos y consejos,
nos diste en la persona de los Apóstoles
a todos los que habíamos de creer en ti.
Te adoramos también,
por los innumerables milagros que obraste
curando a los enfermos,
limpiando a los leprosos,
dando oído a los sordos, habla a los mudos,
vista a los ciegos, vida a los muertos.
Te adoramos porque,
después de haber demostrado
tu infinita sabiduría y omnipotencia,
entraste en Jerusalén como Rey pacífico.
Te pedimos por tan inefable bondad,
por tan incomprensible ternura,
que nuestras almas aprendan
a consagrarse enteramente a ti,
dedicándose cada día con más ardor
a darte gracias,
a bendecirte por tu predicación, y beneficios,
a mostrarte su gratitud hasta el último instante
de su peregrinación en esta vida y así vean abrirse
en aquel supremo trance
las puertas del palacio real de tu gloria.
13. Adoración de la Hija de Cristo
Te adoro, Rey de mi corazón.
Te pido que reines siempre
en mis potencias y sentidos.
Abrasa con el fuego de tu amor
todos mis afectos;
inunda mis ojos con la luz de tu gracia,
para que jamás me cieguen
los falsos brillos de la tierra.
Sólo Tú mereces mi adoración.
A ti debo los prodigios de misericordia
con que has respondido a mi miseria.
¿Quién me ha amado hasta dar por mí su vida?
¿Quién ha hecho el milagro
de darme su cuerpo y sangre?
Te suplico, Rey Jesús,
que no permitas la menor vacilación o tibieza
en entregarme absolutamente a ti.
Ponme el sello de tu soberanía celeste,
poséeme con dominio perfecto,
porque en servirte está mi descanso
y en adorarte mi premio temporal y eterno.
14. Homenaje
Yo os adoro,
Jesús mío,
en el inefable Sacrificio
en que os inmoláis por nuestro amor,
en esta hora,
en todo instante,
y en todo el mundo.
15. Reina, Cristo en mí
Creador, Rey y Redentor mío,
que por mi amor estás presente
en la Eucaristía;
concédeme adorarte
con todo mi afecto.
Reina perpetuamente en mí
y en el corazón de todos los hombres,
tus redimidos.
Concédenos adorarte con fidelidad
en la tierra
y sin fin, después, en el cielo.
16. A nuestro divino Redentor
Cristo, Luz del mundo,
te adoro como inspirador de los profetas,
Maestro de los apóstoles,
Doctor de los doctores,
pues eres la Sabiduría infinita.
Disipa las tinieblas de los entendimientos,
las tormentas de los corazones.
Anima, Corazón de mi Rey y Dios, mi corazón,
para que, fortalecido con tu vigor divino,
logre vivir adorándote
todos los instantes de mi vida
por los siglos de los siglos.
17. A Jesús Rey
Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
te aclamo mi Rey,
te adoro con toda mi alma,
con todo mi corazón,
con todo el ser que me diste
al sacarme de la nada.
Te adoro, Rey de amor, en tu Sacramento
y te pido me concedas cada día
más vivos sentimientos de fe,
de esperanza y de caridad,
para corresponder
al beneficio de haberte quedado con nosotros.
No pudiendo adorarte por mí mismo
con todo el amor que te debo,
quiero atraerte sin cesar adoradores,
que acepten y hagan aceptar tu Soberanía.
Quiero adorarte como Rey de la naturaleza,
uniendo mi voz al himno que te cantan
la luz de los astros,
la voz de los mares,
la alegría de todos los seres
que tu mano paternal sustenta.
Quiero adorarte como Rey de la gracia,
por la plenitud que concediste
a tu Madre y nuestra,
la Inmaculada Virgen María,
y la que hizo fieles a los ángeles y santos.
Te adoro también como Rey de la gloria
y te pido que,
convertidos todos los hombres a ti,
vivamos en unidad de alma y corazón,
para que te cantemos eternamente en el cielo.
18. Adoración universal
Te adoro, Jesús mío,
y quiero adorarte sin cesar
en todos los sagrarios y altares del mundo
donde estás presente.
Te adoro con todos los que te adoran;
me uno a tu Sacrificio.
Te suplico que penetres mi alma con tu amor,
vencedor de la muerte,
destructor de mis maldades,
Tú que irradias esplendores
de omnipotente virtud e infinita vida.
19. Homenaje de adoración
Dios desconocido,
Jesús negado y vendido.
En medio de la oscuridad del mundo
y de la tibieza de las almas,
te adoro, Luz indeficiente,
Confortador todopoderoso,
y quiero con mi conducta y mis obras,
promover tu gloria en todas partes.
Perdona mis ingratitudes,
mis miedos egoístas,
mis culpables silencios.
Te pido la gracia
de servirte con fidelidad inquebrantable,
consagrándome a hacerte reinar
en mi corazón
y a dilatar tu REINADO DE SALVACION
entre los hombres.
Óyeme, Salvador mío,
Vencedor de la muerte.
20. A Cristo Rey en su Ascensión
Rey divino y Pontífice eterno
que, después de instituir tu Iglesia,
te elevaste al cielo
a recibir la felicitación de tu Padre
y de todos los ángeles,
acepta nuestro homenaje de adoración.
Es muy pobre el amor de nuestro corazón,
pero Tú eres infinitamente rico y todopoderoso,
bondadoso y atento
para los que te invocamos
con fe, esperanza y amor.
Rey de la gloria,
por la alegría de los bienaventurados
al verte subir victorioso de la tierra,
danos fortaleza
a todos los que trabajamos por tu Reino.
Haz que comprendamos
que estás sacramentalmente
en medio de nosotros
y también por la gracia en todo corazón puro.
Tú sabes cuánto te necesitamos.
Concédenos la gracia
de no decaer en tu servicio
y de imitar tus ejemplos,
para que reinemos contigo eternamente .
21. Vivid, Cristo, en mí
Dulcísima e infinita Vida mía,
vive y reina eternamente en mí
y sea sin cesar acatada,
bendecida
y adorada por mí
tu Soberanía,
en unión de todos los justos en la tierra
y de todos los ángeles y bienaventurados
en tu Corte eterna.
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