Fundador - Oraciones- Adoración (II)
domingo, 22 de diciembre de 2024

22. Óyeme, Jesús

Señor, Dios mío, mi entendimiento
está rodeado de tinieblas, ilumíname;
mi corazón fluctúa en sus afectos,
te lo entrego para que lo fijes en tu adoración;
óyeme, Jesús.
Aumenta el número de tus adoradores
y haz nuestro celo más vivo.
Envía a nuestros corazones
el fuego de tu Espíritu
para que atraigamos almas al pie de tu trono
y pronto se eleve del universo entero
un coro de alabanza y bendición.
 

23. Acto de Adoración

Señor mío Jesucristo,
te adoro con toda mi alma,
mi corazón
y mis fuerzas.
Por el amor infinito
que te movió a quedarte con nosotros
en el Sacramento del Amor,
te pido la gracia de adorarte
todos los días de mi vida;
de rendirte siempre el homenaje           
de mis pensamientos, palabras, obras,              
trabajando toda mi vida
para atraerte almas que adoren y defiendan
en todo tiempo y en todas partes
tu dulcísima Soberanía.
               

24. Adoración-petición

Adoro, Jesús mío, los misterios de tu caridad.  
Te amo y te quiero amar.
Te bendigo y te quiero bendecir.
Te adoro y te quiero adorar.
Hazme invulnerable en la lucha
para triunfar contigo
por los siglos de los siglos.
 

25. Acto de adoración de los periodistas

Maestro divino,
Alfa y Omega de todos los idiomas,
de todas la ciencias,
de todas las cosas.
Rey omnipotente,
Sacerdote de santidad infinita,
yo te adoro
y quiero adorarte y hacerte adorar eternamente.
Sólo a tu bondad debo
el haber sido sacado de la nada.
Todas las maravillas del universo
cantan tu sabiduría y gloria;
yo, al contemplar tus obras, te adoro.
Te suplico que seas mi fuerza y mi luz;  
consagra mis potencias y sentidos
a tu Salvador Sacrificio.
Tu amor disipe las sombras
que levanta mi amor propio;
concédeme rechazar el error,
difundir la verdad y el bien.
Afianza en mí tu soberanía
y concédeme afianzarla en las almas
que atraiga hacia ti.
 

26. Al Rey de Amor

Jesús,
Rey de amor de todos los corazones,
ante tu Sacramento,
te adoramos con toda el alma.
Mira con misericordia nuestras miserias.
Te adoramos, Redentor divino,
en desagravio de la negaciones
con que se quiere
borrar de la tierra tu nombre.
Muestra tu poder
iluminando a los que yacen en las tinieblas;       
abre las puertas eternas
a los que vivieron unidos
para extender tu Reino.
Reina eternamente sobre nuestro corazón,        
Vencedor de la muerte,
Triunfador del infierno,
Glorificador de los que te confiesan
su Rey divino.
 

27. Para pedir espíritu apostólico

Dame el fuego de tu amor,
dame fuego de divina luz y voz de trueno
para que,
despertando a todos los corazones dormidos,              
suba el himno de adoración
de tu CORTE de corazones de la tierra,
a confundirse
con la inefable armonía
de los paladines de tu CORTE ETERNA.
 

28. Te adoro por el valor de tu entrega

Rey defensor de mi alma,
a pesar de mi poca constancia en seguirte,                   
quiero ser tu discípulo.
Te suplico que perdones
mi tibieza e infidelidad
y me concedas la gracia
de unirme en espíritu a los apóstoles
que te acompañaron en el huerto de los olivos    
al empezar tu Pasión.
Te adoro en la oración que por mí hiciste
y en los sufrimientos mortales que te produjo,   
más que la consideración de los tormentos                 
que ibas a padecer,
la ingratitud de los hombres.
Te adoro por el valor que mostraste     
al ver que, hasta los mismos discípulos,                        
agobiados por la tristeza
que se reflejaba en tu frente,
se habían dormido.
Te adoro en la conformidad que mostraste
con la voluntad de tu Padre,
aceptando por nuestro amor
las calumnias, los insultos, los tormentos.
Te doy gracias por las grandezas
y maravillas de tu fortaleza
en el Huerto
y la intensidad de amor que nos demostraste.
Fortalécenos,
Vencedor de todos los miedos y debilidades.    
Haz que en todas las penas,
tentaciones y sufrimientos acudamos a ti.
Tú solo puedes darnos eficaz ayuda.
Inspíranos actitud de vigilancia,
espíritu de oración,
perseverancia fiel en tu gracia
y la palma del eterno triunfo.
 

29. Adoración a Cristo en su Encarnación

Te adoramos, Rey de gracia,
uniendo nuestros pensamientos y sentimientos   
a la adoración que tu Santísima Madre
y Reina nuestra te ofreció
desde el primer momento de la Encarnación.
Nos unimos también
a las adoraciones de Santa Isabel y de su hijo,
tu Precursor,
haciendo coro con ellos en la tierra
del anuncio de tus maravillas
de poder y clemencia.
Concédenos
que podamos unir nuestra voz
a los himnos que te cantan
los bienaventurados en el cielo.
 

30. Vivir en ti, morir en ti

Omnipotente Salvador mío
que, viéndome esclavo de la muerte,
bajaste del cielo a libertarme.
Te adoro y te pido
que borres mi ingratitud y maldad
y me libres de serte infiel
y de vivir en la dejadez y la tibieza.
Tú eres mi Padre,
mi Príncipe,
mi Redentor.
No permitas que en adelante
distraiga un solo momento mi atención
de lo que no sea tu santo servicio.
Yo sólo quiero pensar en ti,
vivir en ti,
morir en ti.
Morir en ti no es morir,
es entrar en la mansión de la felicidad infinita,    
es volar a tus brazos gloriosos,
es cerrar los ojos a este mundo
para abrirlos,
bajo los esplendores de tu Corazón,
en los campos de la eterna luz.
Concédeme, Vencedor de la muerte,
la gracia de participar de tu victoria divina.
 

31. Adoración a Cristo en Nazaret

Dueño y Soberano del universo
a quien obedecen desde los serafines,
hasta el último de los seres
que tu fiat sacó de la nada,
no sé expresarte mi asombro
al ver tu humildad y paciencia.
Te veo en Nazaret,
sujeto a María y José, ocupado en el trabajo,
siendo Tú la misma omnipotencia.
Nos das ejemplo en tu vida modesta, oscura, laboriosa.
Tú obedeces a María y José,
para enseñarme a domar mi soberbia.
Trabajas, para vencer mi ociosidad y pereza.
Yo te adoro, Obrero divino,
por estos ejemplos de abnegación.
Concédeme trabajar por tu gloria,
amar la sencillez, el retiro,
el perfecto cumplimiento de mis deberes,          
imitar tus ejemplos
y servirte con fidelidad.
 

32. A Cristo en su nacimiento

Verbo eterno,
Jesucristo, Niño Dios,
Rey de todo lo creado.
Te adoro en el misterio de tu nacimiento.
Te adoro en tu infinita humildad,
en tu infinita paciencia, en tu infinito poder.
Esperado de todas las naciones,
te adoro en presencia
de los que quieren impedir
el establecimiento de tu reino en la tierra.
Te adoro,
en medio de las tinieblas de los entendimientos             
que no te conocen;
en medio del hielo de los corazones
que no te sienten.
Te adoro por todos los que no te adoran;
te bendigo por todos los que no te bendicen;
te confieso y aclamo
por todos los que te combaten y niegan.
Ante tantos cristianos que te rechazan,
quisiera merecer que vinieras
a morar perpetuamente en mi corazón
y erigirte tantos palacios vivos
cuantos son los hombres
que tu fiat sacó del no ser.
Concédeme, al menos, la gracia
de servirte con fidelidad
todos los días de mi vida.
 

33. Acto de adoración para la noche

Oh Padre mío y Rey celestial,
al ir a tomar el descanso indispensable
para reparar mis débiles fuerzas,
no quiero cesar ni un instante
en la adoración que os debo.
Si el sueño cierra mis ojos,
quiero que mi corazón esté vigilante
para seguir consagrándoos todo su afecto.
Oh sí, dulcísimo Rey de mi alma,
y para que mi adoración os sea más agradable,            
la uno a la de todos los justos
que en ambos hemisferios
os tributan su homenaje
y a la de los ángeles y bienaventurados.
Concededme que, en compañía
de todos los que os reconocen y aclaman
por su Rey y Redentor en la tierra,
y de los dichosos espíritus
que sin cesar cantan ya vuestras alabanzas
en el alcázar del cielo,
pueda adoraros también
en vuestro reino eterno.

34. Visita de Adoración

Oh divino Rey Jesús,
que, movido de vuestro amor infinito,
no contento de uniros
a nuestra mortal naturaleza,
quisisteis quedaros, inmortal y glorioso,
entre nosotros, en el augusto Sacramento de la Eucaristía.
Yo os suplico
que os dignéis concederme la gracia
de visitaros con toda la gratitud
y veneración de mi alma.
Yo os adoro, oh Rey de mi corazón,
y al tributaros mi humilde homenaje,
os ruego por la propagación
de la santa fe católica
y por el triunfo de vuestro reino,
que es la Iglesia.
Dignaos, Señor, hacernos triunfar
de todas las artes y guerras del infierno
y acrecentar,
si place a Vuestra Divina Majestad,
los coros de almas
que os adoran en vuestra Corte.
Dad el premio a los que os aclamaron
como su Rey divino,
para que unidos todos en caridad,
podamos unir un día nuestra adoración
a la de los ángeles y santos
en vuestra Corte eterna.
 

35. Actos de adoración

Adoremos a nuestro celestial Rey Jesús
en su divinidad
y en sus infinitos atributos.
Adoremos a nuestro celestial Rey Jesús 
en su sacratísima humanidad
y en todos los prodigios
de su infinita misericordia.
Adoremos a nuestro celestial Rey
en todos los misterios con que engrandeció
a su Santísima Madre,
nuestra Reina amantísima.
Adoremos a nuestro celestial Rey Jesús
en unión de los nueve coros de ángeles.
Adoremos a nuestro celestial Rey Jesús
en unión de todos los coros de santos
que forman la Iglesia triunfante.
Adoremos a nuestro celestial Rey Jesús
en unión del Papa, de los Prelados,
de los sacerdotes y de todas las almas justas
que aclaman la divina Soberanía
en toda la tierra.

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